Centenas de personas visitaron este viernes santo la única playa que le queda a la Romana donde cualquier ciudadano puede bañarse o simplemente presenciar el mar.
Aunque un poco tímida la presencia de bañista, debido a las condiciones climáticas, la lluvia y la temperatura.
Algunos de los ciudadanos se quejaron por el peaje en el que tuvieron que pagar para poder entrar con su vehículo y otros lo vieron con buenos ojos por el control que tiene la policía para dejar entrar a las personas al área de la playa.